dimecres, 23 de setembre del 2009

Palestina e Israel


Viaje a Israel y Palestina

Mientras paseaba por las calles de Jerusalén, conocí una mujer palestina, que, actualmente reside en España. Venía de visitar a una comunidad de monjas católicas españolas. Me explicó que andaban muy atareadas buscando personas que pudieran ayudar a un grupo de cinco familias palestinas. El gobierno israelí había decretado que sus viviendas eran ilegales y tenían que destruirlas. Si no lo hacían ellos mismos, el gobierno las destruiría, pero cobrándoles todos los costes.

Se trataba de familias muy humildes, y como no podían asumir el coste del derribo, esperaban que los voluntarios reunidos por las monjas pudieran hacer el trabajo sin ningún coste.

El caso me era muy familiar, pues mi amiga Ester, que trabajaba entonces en Israel, me había puesto al corriente de la situación. A pesar de que esas familias vivían en territorio Palestino, ocupado de hecho por Israel, pero de manera ilegal y sin el reconocimiento internacional, el gobierno se permite ilegalizar las viviendas de propietarios palestinos e ir arrasándolos una a una. En su lugar se construyen nuevas viviendas que sólo pueden adquirir los israelíes. Así, poco a poco, incluso la parte de Jerusalén que corresponde a los palestinos, acaba siendo habitada por israelíes.

Es una ocupación de facto, abusando de la legislación israelí, violando la ley internacional y haciendo caso omiso de los requerimientos de la comunidad internacional. El objetivo es muy claro. Conseguir que un día sólo haya habitantes israelíes en Jerusalén, y no haya necesidad de compartir esta ciudad, originariamente palestina, con un supuesto futuro estado palestino.

Objetivo, Jerusalén

En la declaración de las Naciones Unidas por la que se creó el estado de Israel, Jerusalén quedaba por completo en territorio palestino. Con las sucesivas guerras entre los dos pueblos, Israel se ha anexionado, de facto, toda la ciudad. Aún con una población palestina muy numerosa, controla por completo todo el territorio, y, gracias al muro que está construyendo, ha conseguido separar a los palestinos de otras ciudades de su capital.

Para los habitantes de las ciudades palestinas de Belén, Ramada o Hebrón, por ejemplo, que se encuentran muy cerca de Jerusalén, es prácticamente imposible acercarse a la ciudad. Rodeados como están por el muro israelí, necesitan un permiso para cruzar los diferentes “Check points”, que, obviamente, controlan soldados israelíes. Cruzarlos, aún con permiso, puede ser una pesadilla. Nunca se sabe cuanto tiempo se va a invertir, y esto, sin duda, hace que muchos desistan.

Algunos casos son esperpénticos. Por ejemplo, los habitantes de Kalkidia viven cercados por un muro que rodea totalmente la ciudad. Los campos en los que trabajan se encuentran fuera del muro, y cada día han de salir y entrar, dependiendo del estado de humor de los soldados israelíes.

Cada año dejan Palestina miles de palestinos. Emigran a otros países, hartos ya de la situación. Como explican muchos, no es fácil soportar la humillación constante a la que les somete el gobierno israelí.

Evitar el estado palestino

El gobierno israelí, al mismo tiempo, va creando nuevos asentamientos en la franja entre Jerusalén y el Mar Muerto. Grandes ciudades amuralladas de entre 40 y 50 mil habitantes, la mayoría provenientes de países del este, como Rusia. Después, la necesidad de proteger a sus habitantes, establecidos en pleno territorio palestino, justifica la creación de un gran muro, que parte en dos Palestina, y hace por tanto inviable, que un día pueda existir un estado palestino. Y todo ello con la connivencia de los Estados Unidos, que no hacen nada para evitarlo.

La expulsión “legal” de palestinos que viven en Jerusalén, o el éxodo constante que provoca la humillación a que están sometidos, además de la situación insostenible en que viven, consigue uno de los primeros objetivos del gobierno israelí, reducir el número de palestinos en Palestina, mientras se incrementa el número de “supuestamente” judíos. 

Es lo que muchas personalidades internacionales empiezan a llamar, ya sin tapujos, un verdadero apartheid. El gobierno israelí tiene una estrategia, que sigue sin pausa, y que busca la desaparición física del pueblo palestino en todo el territorio que considera, tal como dice la Biblia, pertenece al pueblo judío. 

Curiosamente su objetivo coincide con el que tenía Hitler cuando decidió exterminar a todos los judíos de Europa. Evidentemente, los israelíes han aprendido de la experiencia vivida y han modernizado los métodos, haciéndolos más sutiles y más efectivos.

El apoyo del gobierno israelí a la creación de Hamás, que defienden muchos expertos, también responde a esta estrategia. Con Hamás en el poder en la franja de Gaza, han conseguido dividir a los palestinos, y de paso, este grupo terrorista parece darle razones a Israel para bombardear de tanto en tanto el territorio palestino y liquidar a unos miles de inocentes.

A los 1.400 que murieron en la última gran incursión en Gaza, un territorio diminuto, igual que un campo de concentración, que Israel controla perfectamente, hay que sumar otras decenas de muertos que han ido incrementando la lista de víctimas en sucesivos bombardeos, de los que a penas se habla en los medios de comunicación. No es extraño que muchos ya hablen de auténtico genocidio, aún corriendo el riesgo de perder credibilidad ante una opinión pública, a menudo muy desinformada sobre lo que de verdad está ocurriendo en ese rincón del mundo.

Por ello recomiendo viajar a Israel. Una visita, por supuesto pisando Palestina, aclara muchas dudas y pone mucha luz a la verdad de lo que allí está sucediendo.