dijous, 14 de novembre del 2013

ABORÍGENES AUSTRALIANOS

NOTAS SOBRE LOS ABORÍGENES AUSTRALIANOS


Se dice que los aborígenes australianos constituyen la sociedad con la historia más larga del mundo, con unos orígenes que datan de la época glaciar. Los primeros restos conocidos se remontan a 70.000 años atrás y el llamado “Gracile”, con 50.000 años, se considera el antepasado directo de los actuales aborígenes. Fueron los pioneros en enterrar y honrar a sus muertos, en tener organitzaciones sociales complejas, en establecer redes comerciales, en adornar su cuerpo y en desarrollar el arte. Las pinturas ruprestres encontradas en algunas cuevas son miles de años más antiguas que las de Altamira.

Se calcula que cuando los británicos se instalaron en Australia, a finales del siglo XVIII, había unos 750.000 aborígenes, con unas 250 lenguas, algunas completamente diferentes. Pero los británicos consideraron este continente como “terra nullius”, o sea, tierra de nadie, y, por tanto, la ocuparon y obligaron a sus habitantes originarios a marcharse a otras zonas. La persecución a la que se les sometió, las cacerías, como si de animales se tratara - matarlos no estuvo castigado por la ley hasta 1920 -, y las enfermedades que el hombre blanco llevó consigo, hicieron que en 100 años de ocupación, la población aborigen quedase reducida a pequeños grupos en el centro y norte de Australia. En la costa y en lugares como Tasmania, se aniquilaron casi completamente. De los casi 18 millones de habitantes con los que cuenta hoy este continente, sólo unos 300.000 son aborígenes, y sólo unos 40.000 no tienen sangre blanca.

Hasta el año 1967 no se les concedió la ciudadania australiana, a ellos, que llevaban 50.000 años en el país. Detrás quedaba una historia de horror, un auténtico genocidio. Durante años, los hijos se separaban de sus padres y eran llevados a centros en donde crecían sin sus progenitores, alejados del clan, de su cultura y su lengua, para ser educados de manera occidental. Un auténtico drama humano, recogido y explicado con detalle en el libro “La Generación Robada”. Después de años organizándose e intentando, infructuosamente, y por vía legal, que se reconocieran sus derechos, por fin lo consiguen. El gobierno australiano, presionado internacionalmente y por grupos de ciudadanos australianos concienciados y horrorizados por tal injusticia, acaba concediéndoles la ciudadanía, e incluso les reconoce el derecho a reclamar la tierra de sus antepasados.

Estas muestras de buena voluntad han quedado sólo en eso en la mayoría del país. En el estado del norte (Northen Territory), los aborígenes han reclamado casi el 50% del suelo. Se trata de zonas desérticas o casi desérticas y de jungla, en donde el hombre blanco nunca se ha establecido, por tratarse de lugares inhóspitos y peligrosos. En el estado del sur, (South Australia), han conseguido un 10% del territorio. El 8% se encuentra en una zona desértica del norte muy contaminada por las pruebas nucleares que los británicos realizaron allí en los años 50.  En el oeste, (Western Australia), controlan un 13%. Y en el resto de estados, Queensland, Victoria, y Tasmania, los más poblados por el hombre blanco, la porción es insignificante y los derechos de los aborígenes están muy limitados.

El mal está hecho y es de difícil reparación. Hoy siguen sin comprender el absurdo de una sociedad que se considera propietaria de la tierra y que ha sido capaz de destruirla por el simple afán de lucro. Algunos de los que viven en la ciudad dan bastante pena, se les ve fuera de lugar, deambulando todo el día por las calles, sentados en grupos bajo los árboles, en parques y en los bosques que rodean las ciudades y pueblos. El alcoholismo es una plaga. La mayoría parecen ebrios y en general son reacios a relacionarse con el hombre blanco. A pesar de que Australia es unos de los paises con más alto nivel de vida del mundo occidental, la esperanza de vida de los aborígenes es 22 años más corta. Por cada 100.000 aborígenes, hay más de 1.700 en prisión. Tienen el triste record de constituir la más alta proporción de población carcelaria del mundo.

Son la estampa tristísima de un pueblo con una cultura milenaria del que todavía podríamos aprender muchísimas cosas, como el respeto por la madre tierra, los animales, las plantas. Para ellos, todo tiene una explicación. Poseen una historia para cada cosa  y para cada lugar. Sus Seres Ancestrales, aquellos que crearon el mundo, les pidieron que lo cuidasen y no cambiasen nada. Todo debía permanecer igual. Desafortunadamente, el dios de los invasores parecía tener otro mensaje, “Creced, multiplicaos, dominad la tierra y a todos los que encontreis por delante”.

Afortunadamente, existen algunos lugares, remotos, en donde todavía pueden encontrarse algunas comunidades bien vivas, que procuran preservar sus costumbres y tradiciones y todo el legado cultural que adquirieron durante generaciones. Lugares que el hombre blanco no encontró apropiados para establecerse, o carentes de interés para ser explotados, y que hoy convertidos en reservas, sólo pueden visitarse con un permiso especial.

La simplicidad de su tecnología contrasta con la sofisticación de su cultura. Religión historia, leyes y arte se integran en ceremonias complejas que representan las actividades de sus antepasados y dictan códigos de comportamiento y responsabilidades para proteger la tierra y a los otros seres vivos. Sabiduría y conocimientos obtenidos durante milenios permiten a los aborígenes sacar el máximo provecho de su medio. Un preciso conocimiento del comportamiento animal, i del tiempo correcto para la recolección de plantas, frutos y hierbas medicinales, les aseguran la supervivencia, incluso en las áreas más inhóspitas del continente. Como otros pueblos cazadores y recolectores, los Aborígenes Australianos son los verdaderos ecologistas.

Los aborígenes australianos son un pueblo muy pasional y sensible, en que los hombres lloran igual que las mujeres. Hombres y mujeres son iguales, sin discriminaciones por el sexo, y duros como las rocas, requisito indispensable para sobrevivir en ese territorio. La muerte para ellos no tiene el significado fatídico que tiene para nosotros. Simplemente vuelven a la tierra de donde provienen. 

diumenge, 28 de juliol del 2013

Polinesia Francesa

La otra cara del paraíso 

Las islas de la Polinesia Francesa se encuentran en pleno trópico. Eso quiere decir que gozan de un clima siempre cálido, pero atemperado, con una época en que llueve más y otra en que llueve menos. La vegetación es abundante y exuberante. Las playas de arena blanca, y las aguas de diferentes tonos de azul, entre  turquesa y curaçao, con abundante coral en el que viven infinidad de preciosos peces de todos los colores. Un paraíso, en el que se vive, en general, de manera tranquila y relajada. Sin estrés. Aunque también lleno de mosquitos.

La mayoría de las familias viven en pequeñas casas rodeadas por todo tipo de plantas ornamentales y árboles frutales. Cocos, mangos, el fruto del pan, maracuyás, papayas, plátanos, entre otras frutas, así como diferentes tipos de verduras y tubérculos, como el taro, la patata dulce, o la tapioca, que crecen por doquier. Si a eso le añadimos que todas las islas están rodeadas de tranquilas aguas, en donde la pesca es fácil y abundante, se comprende enseguida, que difícilmente nadie puede morir de hambre en estas latitudes.

Dejando a parte Tahiti, la isla principal, en donde vive la mayoría de la población, los isleños se han acostumbrado a ser bastante autosuficientes. La llegada de un barco con provisiones (comida, electrodomésticos, motores de embarcación, o incluso vehículos), una o dos veces al mes, es todo un acontecimiento, y todos los vecinos se acercan al puerto para recoger sus mercancías.

La nefasta colonización

Los primeros europeos llegaron a estas paradisíacas islas a finales del S.XVIII. La Sociedad Misionera de Londres desembarcó en Tahití en 1797. Antes, los pescadores de ballenas y otros comerciantes se encargaron de difundir diversas enfermedades contra las que no estaban inmunizados los habitantes de las islas. Fomentaron la prostitución e introdujeron el alcohol y más armas. En Tahití la población pasó en 10 años de 40.000 a 20.000 y sólo 6.000 personas en 1820. En las islas Marquesas pasaron de 80.000 a 2.000 en 100 años.

Francia se anexionó Tahití y Moorea en 1846. En 1888 ya controlaba 4 archipiélagos y en 1900 se hizo con las islas Australes. Hasta el año 1957 no se considera este territorio oficialmente como Polinesia Francesa. En 1961 se abre el aeropuerto internacional de Faaa, a pocos quilómetros de Papeete, la capital, y con ello la puerta de acceso al turismo.

Como hicieran los españoles en América en el siglo XV, los misioneros fueron los encargados de evangelizar a la población local. Con la arrogancia propia de una cultura que siempre se ha considerado superior, intentaron destruir todo vestigio de las culturas con que se encontraron. Destruyeron la mayoría de “maraes”, los altares sagrados que los habitantes de la Polinesia habían levantado durante generaciones. Les prohibieron la vestimenta habitual, demasiado ligera para la moral europea, los bailes, demasiado eróticos, y hasta llevar flores en las orejas.

Las islas se llenaron de iglesias de todo tipo, católicas y protestantes primero, Testigos de Jehová, Adventistas, Mormones y Dios sabe cuantas más después. Y poco después de escuelas, en donde se enseñaba la cultura del blanco, en la lengua del invasor. Como me contaba una amiga francesa que llegó a dar clases en la isla de Rurutu, hace sólo 30 años, niños que nunca se habían sentado en una silla se ven, de golpe, en una clase en la que no se pueden mover, con una vestimenta extraña y obligados a utilizar una lengua que no conocen en absoluto.  

Estamos hablando de pleno S.XX, y de un país que presume de Igualdad, Libertad y Fraternidad. Un país que eligió esas islas lejanas para llevar a cabo, entre los años 60 y 95, un sinfín de pruebas nucleares que contaminaron de radioactividad toda la Polinesia. Ahora se sabe que también todos los países del planeta que se encuentran en la misma latitud.

Compensaciones que matan

Los ensayos nucleares, sobre todo los que se hicieron en el año 1995 durante la presidencia de Jacques Chrica, crearon un rechazo unánime de la población local, provocaron grandes disturbios y alimentaron las ansias independentistas de algunos sectores. Francia decidió paliar la situación a base de dinero. Las fuertes inversiones de todo tipo crearon miles de puestos de trabajo en la capital, Papeete, llevando a miles de jóvenes a dejar las islas en las que vivían plácidamente.

Un pueblo que había vivido hasta entonces de forma tranquila y relajada, y que se conformaba con el pescado y la fruta que obtenían sin demasiado esfuerzo, se acostumbran en muy poco tiempo a un estilo de vida muy diferente. Un estilo de vida que lo convierte en un consumidor de miles de productos de importación, ordenadores, móviles, potentes 4x4, motos acuáticas...

Tahití se convierte en una isla en que conviven grandes mansiones, lujosos coches, ostentosos yates y hoteles de lujo, para una minoría, con cabañas de madera y techos de ojalata, en donde vive la mayoría de la población. Los altos precios de la vivienda obligan a familias enteras, y muy numerosas por cierto, a vivir bajo el mismo techo.

La televisión no llegó a muchas islas hasta los años 80. La telefonía móvil, así como Internet, son carísimos y muy deficientes. La mayoría de personas que he conocido no tienen un correo electrónico. No tienen ordenador en casa y utilizan muy raramente Internet…

Francia, pero no!!

Las islas de la Polinesia Francesa son territorio francés, de ultramar, desde 1946. Desde el año 2004 disponen de autonomía, aunque dependen de Francia, que sigue enviando mucho dinero… Los supermercados son de cadenas francesas y uno puede encontrar los mismos productos que en Europa. Lo mismo ocurre con las farmacias, los concesionarios de vehículos o productos informáticos.

Pero aquí no funciona el euro, sino el franco francés de la polinesia (cfp), con unos billetes enormes, como los utilizados en Francia a principios de siglo. Y el modo de vida nada tiene que ver con el que uno encuentra en Francia. Los ciudadanos de la Polinesia, muy influenciados por el estilo de vida norteamericano, se han convertido en adictos a la cocacola, las hambuerguesas, las patatas fritas y otras porquerías similares. El resultado, unos niveles de obesidad alarmantes y unos cuerpos como los que uno encuentra en los Estados Unidos. Aunque eso aquí no parece preocuparles. La obesidad es un signo de riqueza y abundancia. Era un privilegio de los antiguos reyes.

No existen depósitos para los vehículos viejos que han dejado de usarse. No se reciclan. Por eso es muy habitual encontrar en el jardín de todas las casas uno o dos vehículos en proceso de oxidación. Tienen un grave problema con los desechos y residuos, cada vez mayores, que genera este estilo de vida. No se recicla. Todo se vierte en vertederos o se quema. Y empiezan a encontrarse con zonas muy contaminadas. Algunas de las playas de Tahití son un auténtico basurero de envases de plástico y tetrabricks. Pero eso todavía no parece inquietar a las autoridades locales…

Tampoco existen perreras. Los perros abandonados campan por doquier, urgando en las basuras y esparciendo los residuos por todas partes.

Y llegó la crisis

La crisis que azota Europa afecta también la Polinesia Francesa. No podía ser de otro modo, dada la dependencia económica de Francia. Este país ha empezado a reducir gastos. Ya no hay trabajo. Empieza a verse gente pobre, durmiendo por las calles, algo que varias personas me han confirmado que no se había visto jamás antes aquí. La pobreza ha hecho aumentar los robos y la inseguridad. En Tahití, ciudadanos franceses se han mudado a seguros condominios en el interior, dejando sus casas al lado de la playa.

La crisis también afecta a una de las principales actividades económicas de la Polinesia, el turismo. Muchos hoteles de lujo han cerrado. Los han abandonado, dejando el esqueleto de lo que fueron a la vista de todo el mundo, y ofreciendo una imagen triste y desoladora. Los que se mantienen abiertos a penas llegan a una ocupación del 50%, según me explicaron en la turística Bora Bora.

Corrupción Política

Este desbarajuste en todos los terrenos se explica fácilmente cuando uno analiza lo que han estado haciendo los políticos en este lugar del mundo. Primero las autoridades francesas y luego las autoridades locales. Parece ser que Jacques Chirac utilizó durantes años los Polinesia Francesa para realizar todo tipo de negocios de discutible legalidad. El vertedero principal de Tahití, responsable de contaminar una de las bahías más bonitas de la isla, por ejemplo, fue construido por una empresa cuya mayor accionista era, ni más ni menos, que la mujer del Presidente francés.

El actual presidente del parlamento autonómico, Mr Gaston Flosse, ha estado en prisión y todavía está inculpado en varias causas por corrupción. También se le acusa de ser el responsable de la desaparición de un periodista local que estaba a punto de publicar un informe sobre los turbios negocios de este. El caso sigue abierto. Me recuerda al Berlusconi italiano. Un ciudadano italiano me decía que no es que los italianos sean estúpidos, sino que están convencidos de que es la única persona que puede dirigir el país. Aquí he oído las mismas razones. O sea, hay delincuentes con derecho a delinquir…

Francia inventó a su vez otro sistema para, teóricamente, fomentar el desarrollo de los territorios de ultramar. Todos aquellos franceses que invirtieran allí, ya fuera comprando un apartamento, construyendo un hotel o unos grandes almacenes, quedaban exonerados de pagar impuestos durante 4 años. Uno de los hoteles más bonitos de Tahití permanece cerrado a cal y canto. Pasados los 4 años, al empresario francés que lo construyó ya no le interesaba mantenerlo abierto. Y allí está el cadáver. Ahora, el mismo empresario, está construyendo un gran almacén comercial. Supongo que también lo cerrará cuando se acaben los beneficios fiscales.  

Los franceses empadronados en la Polinesia gozan también de pensiones mucho más elevadas que las del resto del país. Eso ha llevado a infinidad de jubilados franceses a domiciliarse en las islas, en donde “se ven obligados” a permanecer 6 meses al año, como prueba de que viven allí. Es muy habitual encontrarse en las islas de la Polinesia parejas de jubilados que pasan medio año aquí y medio año en Francia. Sorprendente!

El futuro

El año 2014 el presidente Flosse, que se manifiesta totalmente en contra de la independencia, por tanto a favor de continuar perteneciendo a Francia,  convocará un referéndum sobre la autodeterminación. Lo hace convencido de que ganará el NO, y para dejar fuera de juego al partido independentista. Es como si el PP organizara en Catalunya el Referéndum por la Independencia…

Todo el mundo aquí parece convencido de que el SI no tiene posibilidades. Todo el mundo teme lo obvio, que si deja de llegar el dinero francés los habitantes de la Polinesia deberán volver a vivir como antaño, dada la falta de recursos de las islas. O sea, como viven sus otros vecinos del Pacífico, con grandes dificultades.


Aquí tampoco acaban de creerse demasiado la crisis que afecta a Europa, y que el gobierno francés haya empezado a reducir sus inversiones en las islas lo consideran algo coyuntural …

dilluns, 1 de juliol del 2013

Aniversari d’una traïció

En el primer any de legislatura del tripartit (PSC-Transparència-ERC), l'entitat ecologista Demac, va repartir pel municipi una informatiu en el qual denunciava tres abocadors oberts a Castellbisbal. Un d'ells, autoritzat per l'Ajuntament, suposava omplir amb terra un torrent amb la finalitat d'ampliar les terres cultivables de la masia de Can Costa. Demac va visitar el lloc i va prendre fotografies que mostraven com s'estaven abocant runes, ferros, pneumàtics, i tot tipus d'escombraries, que es cobrien al moment amb la càrrega d'un altre camió de terra.



El tema es va plantejar en un ple, i vam haver de sentir com l'alcaldessa, Dolors Conde, negava contundentment els fets. A més, en alguns butlletins informatius publicats després es culpava Demac de mentir i es deia fins i tot, que les fotos no eren d'aquest lloc. A aquestes alçades de la legislatura, ja estàvem acostumats a l'enfilall de mentides amb les que l'equip de govern manipulava, sense escrúpols, a la població de Castellbisbal.



Però en aquesta ocasió no es van conformar amb la mentida. Un membre de l'equip de govern va visitar a la directora d'una caixa d’estalvis del municipi, on treballava un membre de la Demac. Aquesta persona va amenaçar la directora de retirar els diners que l'Ajuntament tenia allà dipositat, si no acomiadaven a aquesta persona. L'entitat bancària es va negar a semblant xantatge, mantenint a l'empleat. El resultat no es va fer esperar, i l'equip de govern va cancel·lar totes les operatòries amb la caixa.



Els directius de l'entitat van sol·licitar hora amb l'alcaldessa per parlar del tema. En dues ocasions se’ls va concedir audiència, i la dues vegades, quan van presentar-se a l'Ajuntament, se'ls va dir que Dolors Conde no podia rebre'ls. Arran d'aquesta ruptura, l'entitat, obviament, va deixar de lliurar a l'Ajuntament la donació que realitzava cada any per a despeses socials del municipi. Gràcies a aquesta brillant actuació del competent equip de govern, Castellbisbal va deixar de percebre 24.000 euros.



Mai s'havia vist a Castellbisbal una actuació com aquesta, que molt bé podria qualificar-se de mafiosa, i que ens consta que no es va donar només contra aquesta persona ni contra aquesta entitat. És una forma d'actuar que mostra molt clarament el tarannà amb que als socialistes els agrada governar.


Malauradament, tot i el revés electoral sofert, les maniobres de l’ex-acaldesa Conxi Llurba, i el suport del seu equip, han permés que tornem a tenir a l’Ajuntament de Castellbisbal el pitjor equip que podíem tenir.

Ara també hem entès molt bé el perquè d’aquella traïció. I és que aquestes maneres, autoritàries i feixistes han estat també una pràctica de Conxi Llurba, que tampoc  ha dubtat a utilitzar l’amenaça contra persones que han treballat sempre desinteressadament pel municipi. Déu els cria i ells s'ajunten. I mentre, el poble està en mans d'uns descerebrats cecs de poder. I el medi ambient a Castellbisbal més amenaçat que mai. 

dimecres, 22 de maig del 2013

Notas sobre Chile


Chile, ese extraño país



Extraño país al que uno llega después que lo fumiguen en el avión, por orden gubernamental, para evitar que entre ningún bicho indeseado. País en el que se habla castellano, pero que llaman “Küchen” al pastel, “Shop” a la jarra de cerveza, “Palta”, al aguacate, choclo al maíz, o “Rodoviario” a la estación de bus o tren. Los cafés o cafeterías son restaurantes, aunque sirven platos absolutamente desconocidos, como las Chorrillanas, Pichangas o Sopaipillas, Chacarero, Barros Luco o Mechada. Son amantes de la comida rápida y las diferentes cadenas locales sirven una infinidad de sándwiches de todo tipo. El “hot dog” por ejemplo, es un completo, un italiano,  un dinámico, o un mayo…, dependiendo de los ingredientes con los que se sirve. Y si te gustó, es “bacán”. Cachais?, porque si no es que no entendisteis nada… Si po!

Extraño país en el que muchos afirman que el gobierno se esfuerza para que la cultura llegue al mínimo posible de gente. Los precios de los libros están por las nubes debido a los impuestos, y la educación cada día es más inaccesible. Los medios de comunicación que ni saben de la veracidad o el rigor, no informan de nada importante. Tonterías y chismes para distraer al público, sucesos y más sucesos. El robo de un cajero automático, el incendio accidental de un coche en el centro de Santiago, una factura de teléfono desorbitada, pueden ser noticias de hasta cinco minutos, con un sinfín de declaraciones sin la más mínima importancia periodística. A penas nada de lo que ocurre en el mundo, ningún análisis político, económico o social serio. Canal tras canal a uno le parece estar viendo un interminable “Sálvame”.

Extraño país que, según afirman todos, es, económicamente hablando, de los más fuertes de América Latina y con mejores perspectivas de crecimiento. Y eso a pesar de que su economía depende de las minas, la agricultura y la pesca. Exportan cobre, madera, frutas y pescado, pero a penas manufacturan nada. Dependen enteramente de la importación y de los precios que los mercados internacionales establezcan respecto a las materias primas y el combustible para transportarlas. Los salarios de la mayoría de la población son un tercio de los españoles, aunque los precios son comparables a los de España. Pero la fiebre por adquirir una segunda residencia está creciendo. Y por eso la población se endeuda a base de créditos que están seguros de poder pagar…

Extraño país en que a penas invierten en proteger un patrimonio natural de primer orden que podría convertirlos en uno de los destinos turísticos más importantes del mundo. País que no duda en utilizar toda su riqueza natural para obtener una energía barata, pero que está contaminando, destruyendo los bosques, haciendo desaparecer especies y deteriorando seriamente el medio ambiente. Un país con un gobierno que no duda en destruir uno de los mayores patrimonios naturales del planeta, la Patagonia, autorizando presas, más de 2.000 quilómetros de redes de alta tensión, y la explotación minera de sus recursos, sin importarle en absoluto la suerte de los poco más de 200.000 habitantes de esta región.

Extraño país en que muchos habitantes del sur (Patagonia) no se consideran chilenos y les gustaría ser independientes. Mientras los habitantes del norte (9ª Región) consideran que los del sur son ignorantes y por eso allí siempre gana la derecha, enorgulleciéndose de que en su región no ha ganado jamás. O en donde poseen una isla en pleno Pacífico, a casi 4.000 quilómetros, que nadie duda que es Chile, y con unos habitantes que se saben polinesios y quisieran ser independientes. Eso sí, cuando Argentina quiso recuperar las Malvinas, el gobierno chileno no dudó en ayudar a Inglaterra a recuperar sus territorios de ultramar…


Extraño país en que gobierna la derecha, los mismos que apoyaron al dictador Pinochet, aunque ahora todos intenten desvincularse. Los mismos que están recortando la ayuda al Museo de la Memoria, dedicado a las víctimas de la dictadura y que denuncia los crímenes cometidos por el criminal Pinochet, mientras todavía conservan algún monumento dedicado a este y siguen recibiendo el agradecimiento de los carabineros por todos los privilegios de los que gozan.

Extraño país que…, bueno, a lo mejor no es tan extraño… Me recuerda otro país de cuyo nombre no quiero acordarme!!  Y en ese otro, ni siquiera existe un Museo de la Memoria, ni nunca se persiguió a nadie por todos los crímenes que se cometieron durante los 40 años de dictadura… Y hasta echaron de la judicatura a un juez que quiso investigar algunas de las miles de denuncias interpuestas por familiares de asesinados y desaparecidos…, (por cierto, Garzón vive en Chile). Seguiré meditando a ver si entiendo algo!!

diumenge, 31 de març del 2013

Notas sobre Chile


HISTORIA DE CHILE…

De camino a la Argentina cae en mis manos la guía de Lonely Planet sobre Chile. Aprovecho las 5 largas horas de viaje para leerme el apartado que se refiere a la historia de este país. Los autores del libro son todos extranjeros, de Canadá, Nueva Zelanda i Norteamericano. Me parece que puede ser una aproximación bastante más objetiva que la que he obtenido de los chilenos con los que he hablado durante mi viaje, sobre todo aquellos que, sin ningún tipo de problema defienden la gestión del dictador Pinochet.

Según Lonely Planet, a los conquistadores españoles les fue relativamente fácil hacerse con el control del norte de Chile (el sur, dominado por los fieros Mapuche es otra historia muy diferente). El hecho es que los habitantes de esta zona estaban muy organizados y acostumbrados ya a ser explotados por los reyes Incas. Los españoles fácilmente reemplazaron la autoridad local inca, y todo siguió igual, pero con diferente amo.

El extremeño Pedro de Valdivia fue el encargado de conquistar las tierras al sur de Perú. Una vez en su poder compensó a sus seguidores con enormes parcelas de tierra, exportando el sistema latifundista que tan bien conocía. Muchos de estos latifundios se mantuvieron intactos hasta los años 60. Y sus propietarios, explotando primero a los indígenas, y después a los inquilinos a los que dejaban trabajar en sus tierras a cambio  de determinadas prestaciones, se convirtieron en la clase dominante en el país.  

Hacia el año 1820 el imperio español ya se había desintegrado, en parte por la incapacidad de Madrid de satisfacer los intereses de las diferentes colonias, y una obsesión centralista a la que solo interesaba cobrar impuestos.

Después de la independencia, la distribución de la tierra y la reforma agraria fueron objetivos políticos que toparon una y otra vez con el poder de los grandes terratenientes. Bernardo O’Higgins, al mando de la primera república chilena  fue el primero en intentarlo. La elite aristocrática aliada con los militares le obligaron a dimitir en 1823 y exiliarse a Perú.  

En su lugar colocaron a Diego Portales, defensor de los intereses de los grandes terratenientes, y que como ministro de interior, actuó de facto como un dictador, hasta que un levantamiento popular acabó con su vida en 1837.

Tras la guerra del Pacífico, los chilenos se anexionaron el sur de Bolivia, gracias a la ayuda económica de las empresas británicas, alemanas i estadounidenses, interesadas en las riquezas de la zona. Los nitratos primero y el cobre después enriquecieron al país y crearon una nueva clase trabajadora y nuevos ricos que pronto acabaron con el dominio conservador en la política. Así, en 1886 conseguía la presidencia de Chile José Manuel Balmaceda, una gran figura, que tras muchos logros en infraestructuras, educación y sanidad quiso reformar de nuevo el injusto sistema latifundista.

Los conservadores rechazaron sus planes y aliados de nuevo con un militar, el comandante naval Jorge Montt, provocaron una guerra civil en la que murieron más de 10.000 chilenos. Los terratenientes mantuvieron así su poder hasta bien entrado el siglo XX. La elección del Presidente Arturo Alessandri Palma que se presentó con un importante programa de beneficios sociales,  trajo esperanza de nuevo a las clases trabajadoras. Los conservadores, repitiendo la historia, se alían de nuevo con el ejército y lo fuerzan a renunciar (1924).

Fue substituido por un dictador, el General Carlos Ibáñez del Campo, cuya desastrosa política le obligó a exiliarse a Argentina en 1931. Durante esos años las compañías norteamericanas se habían hecho con el control de la minas de cobre del norte del país, la columna vertebral de la economía chilena. Y nacionalizarlas y devolver el control a Chile iba a ser desde entonces otra de las reivindicaciones de los partidos de izquierda.

En 1958 llegó al poder el conservador Jorge Alessandri, pero con una clara minoría respecto a los partidos de izquierdas, que habían visto aumentar su presencia considerablemente en el Congreso. En las elecciones de 1964, la victoria fue para el democristiano Eduardo Frei, que también llevaba en su programa el fin del sistema latifundista. A pesar de algunos logros, no consiguió satisfacer las expectativas de la clase trabajadora.

En una situación económica muy crítica y con un programa muy radical que incluía la nacionalización de las minas, los bancos y las compañías de seguros, además de la expropiación y distribución de los grandes latifundios, Salvador Allende consigue la presidencia de Chile en octubre de 1970. Se presentaba con una coalición de partidos de izquierda nada fácil de contentar.

Desde el principio contó con la oposición del congreso, empresarios y terratenientes, que provocaron el caos a base de bloqueos y huelgas. Los Estados Unidos evitaron la llegada de crédito exterior para el gobierno de Allende, y apoyaron a la oposición, económica y moralmente. A pesar de todas las dificultades con las que contó, Allende ganó de nuevo las elecciones de marzo de 1973 y con más apoyo que la primera vez.

Pero en septiembre de 1973 el General Augusto Pinochet Ugarte protagonizó un brutal golpe de estado que provocó la muerte de Allende, así como la de miles de sus seguidores. Cientos de miles se exiliaron. Los conservadores creyeron que pronto restablecería un gobierno civil, como había ocurrido tantas veces a lo largo de la historia de este país. Pero se equivocaron. Pinochet llegó con idea de quedarse, y para asegurarse su poder no dudó en implantar un sistema de represión, tortura y asesinatos. La tristemente famosa Caravana de la Muerte recorrió el país matando a políticos de izquierda y simpatizantes.

En 1987 Pinochet perdió el plebiscito que había convocado para seguir en el poder hasta 1997. El partido Concertación para la Democracia ganó las elecciones de 1989. El dictador se marchó pero dejándolo todo atado y muy bien atado. El se mantenía como senador vitalicio, que le confería una inmunidad en el país. Y los militares seguirían disfrutando de grandes prerrogativas y poder en Chile.