dilluns, 3 de febrer del 2014

LEY GALLARDÓN

Ley Orgánica de Protección de la Vida del Concebido y de los Derechos de la Mujer Embarazada

Defiende el PP que con la Ley Gallardón sobre interrupción del embarazo se pretende proteger a la mujer y al no nacido. ¿Es eso compatible? La multitudinaria manifestación celebrada en Madrid, y con personas llegadas de diferentes lugares de la geografía española, parece demostrar que no.

La actual ley española que regula el aborto surge en respuesta a una situación dramática que castiga, sobretodo, a las mujeres con menos poder adquisitivo. Durante muchos años, las mujeres que quedaban embarazadas pero no podían o no querían ser madres se veían obligadas a ponerse en manos de personas no profesionales para interrumpir el embarazo, poniendo en grave riesgo su salud. Las mujeres de clase acomodada siempre lo han tenido más fácil, en sus clínicas privadas o marchándose a Londres. Porque todas, sea cual sea su clase social, lo han hecho siempre.

Resulta curioso que el mismo gobierno que ha reducido a mínimos la Ley de Dependencia, que ha acabado prácticamente con el sistema de salud pública, a costa de recortar el presupuesto, que ha retirado la tarjeta sanitaria a tantas personas de este país, privándolas de los tratamientos que estaban recibiendo, que ha reducido las ayudas sociales, en definitiva, que pone en riesgo la vida de tantas personas, diga que quiere proteger a los no nacidos.

O sea, que hay que garantizar que todos los embarazos se consumen en niños y niñas que vengan al mundo, aunque luego se mueran de pena, porque fueron niños no deseados o porque sus familias no pudieron darles las mínimas condiciones de vida. Y todo gracias al gobierno, al que parecen importarle mucho los no nacidos, pero para nada los que ya están en este mundo.

Curiosamente, los que promueven la Ley Gallardón son también los que apoyaron la ilegal guerra de Irak que ha costado y está costando, la muerte de cientos de miles de inocentes, ancianos, mujeres y niños. O los mismos que quisieran restablecer la pena de muerte.


Es una muestra más de la gran hipocresía de la derecha española. Nuestros talibanes fanáticos, que pretenden llevarnos de nuevo a la oscuridad de otros tiempos pasados. Eso sí, absolutamente convencidos de tener la razón y estar en posesión de la verdad.