dimarts, 9 de setembre del 2003

 

Reflexiones de guerra

Cuando los barceloneses se manifestaban en contra del desfile militar en Barcelona, el señor Piqué no tuvo ningún problema a relacionar a ciudadanos, grupos pacifistas y ONG con el entorno de ETA. Todos nos convertíamos así en terroristas de la noche a la mañana. En los primeros días de la guerra contra Irak, ante la actitud de la oposición, el señor Aznar no tuvo ningún reparo en afirmar que el señor zapatero colaboraba con Sadam Hussein y se ponía, por tanto, del lado del dictador. Al resto nos convertía en bárbaros, atendiendo a sucesos como el asalto a unos grandes almacenes.

Pero cuando la ciudadanía responde saliendo a la calle con pancartas en donde se puede leer “Aznar asesino”, entonces le parece intolerable. Y cuando Maragall lo compara con el mariscal nazi, acusa a la oposición de que estas declaraciones crispan e incendian el ambiente.

Dejémonos ya de mentiras y manipulaciones. No son las declaraciones de la oposición, sino los hechos del gobierno los que han crispado a la ciudadanía. La oposición se limita a expresar la realidad, por más que no le guste al presidente. Se le ha caído la careta de demócrata que llevaba puesta. Ha aparecido el ser autoritario y antidemócrata que se escondía debajo. No era nada nuevo para aquellos mínimamente informados y al corriente de todos y cada uno de los asaltos a la democrácia y a la Constitución que ha ido perpetrando el Gobierno gracias al control de los diferentes poderes, Tribunal Constituacionl incluido, y de los medios de comunicación. Pero ha sido ahora, con mayor claridad que muchos más se han dado cuenta del engaño.

 

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