Oasis en la Patagonia
En la lejana región de Aisen, al sur de Chile, y a pocas
horas del lugar en donde finaliza la famosa Carretara Austral, un desvío de 20
quilómetros lleva hasta un lugar único, Caleta Tortel.
Se trata de una pequeña población al lado del mar, que se
fundó el 28 de mayo de 1955. Hasta el año 2001, en que llegó la carretera, solo
se podía acceder a ella por mar o aire, gracias a un pequeño aeródromo. Era un
lugar de muy difícil acceso, lejano y aislado del mundo. Hoy, un bus diario la
conecta con la vecina Cochrane, que se encuentra a unas tres horas hacia el
norte.
Enclavada en el cerro del mismo nombre, sorprende porque no
hay calles, sino pasarelas de Ciprés de las Guaitecas, una especie endémica de
Chile. Por su singular arquitectura y belleza escénica fue declarada Zona
Típica en el año 2001.
Lo primero que sorprende al visitante son los quilómetros y
quilómetros de pasarelas y escaleras, que ascienden y descienden por el cerro,
y que van uniendo pequeñas casas de madera, pintadas de vivos colores. El paseo
marítimo, o “Costanera”, que es como lo llaman en Chile, puede recorrerse
íntegramente sobre una rampa de madera pegada a las rocas y que transcurre
encima de las aguas del Pacífico. Esta empieza en la carretera que lleva a
Tortel, cruza un gran humedal, asciende por el lado este del cerro, para
descender hasta el mar y resigue todo el contorno litoral del pueblo para
después alejarse hacia una inmensa playa y perderse en los humedales.
A pesar de la carretera, Caleta Tortel sigue siendo un lugar
remoto y perdido, en que se respira una tranquilidad total y absoluta. Al lado
del mar, pero rodeado de montañas y picos cubiertos de nieve todo el año, es el
lugar ideal para pasar unos días de relax. Es un placer caminar por sus
pasarelas, que a menudo penetran en la frondosa vegetación del cerro, y
ascender hasta lo más alto para disfrutar de unas vistas únicas, o recorrer
senderos que transcurren entre bosques y humedales.
Sus características naturales, junto a las acogedoras viviendas familiares que
hospedan a los turistas, o los más sofisticados alojamientos que van surgiendo
poco a poco, hacen de esta pequeña población de 560 habitantes un auténtico oasis en medio de la Patagonia
Austral. Unos pocos restaurantes permiten además degustar los platos típicos de
la zona, sobretodo el pescado y las
sabrosas sopaipiñas y cazuelas.
Algunos mochileros
llegan aquí por accidente. Intentan alcanzar la lejana O’Higgins haciendo
autostop, pero no consiguen llegar más allá de Caleta Tortel. No son muchos los
vehículos que transitan por esta difícil ruta de grava y la espera puede ser de
días. En la pequeña plaza en donde se acaba la carretera y empiezan las
pasarelas de madera conocí tres alemanes que esperaban que alguien los llevase
hasta su próximo destino. Por si acaso les recomendé la casa en la que yo me
hospedaba, La Sureña, una hospedería sencilla y barata, pero muy acogedora.
Fidel y su madre tratan a sus huéspedes con mucho cariño, y si se les pide,
también cocinan para ellos. Por un precio muy módico Fidel nos preparó un
delicioso caldo de congrio. Aquel día cenamos con los tres alemanes, que
finalmente se acercaron a pasar la noche después de esperar en vano todo el
día.
Cosas a hacer /
Lugares para visitar
La isla de los muertos
Una visita inexcusable desde Tortel, es la “Isla de los
Muertos”, declarada Monumento Nacional el año 2001. El islote conserva 36
tumbas de ciprés, testimonio de un misterio aún hoy sin resolver. En 1906, unos
120 leñadores de la lejana isla de Chiloé fueron contratados por la Compañía
Explotadora del Baker para trabajar durante los dos meses de verano. El
naufragio del barco que tenía que recogerlos los obligó a permanecer en esa
tierra inhóspita por más de un año
entregados a su suerte. Murieron prácticamente todos, por causas todavía
desconocidas.
De acuerdo con la leyenda murieron envenenados por la misma
compañía para no tener que pagarles nada. Otras teorías apuntan a la falta de
alimentos, alguna epidemia o el escorbuto. Nada puede saberse, pues la mayoría
de tumbas las arrastró el mar, y en las que quedaron no aparecen apenas restos
humanos que puedan analizarse. Otro misterio por resolver es la inexplicable
presencia de una tumba en la que, según la inscripción, fue enterrada una
mujer.
Glaciares y Ventisqueros
Uno de los atractivos de Tortel es también su ubicación en
medio de una naturaleza salvaje entre los Campos de Hielo de la Patagonia
chilena. Desde Caleta Tortel puede visitarse el Glaciar Stteffen, que, situado
en el Campo de Hielo Norte, forma parte del Parque Nacional Laguna San Rafael.
Se accede vía marítima tras dos horas y media de navegación y una caminata de
una hora y 40 minutos.
O el Ventisquero Jorge Montt, que se encuentra en el Campo
de Hielo Patgónico sur, que es el más grande macizo de hielo del hemisferio
sudamericano, después de la Antártica. Forma parte del Parque Nacional Bernardo
O’Higgins. Esta zona costera fue habitada durante 6.000 años por los pueblos
nómadas llamados “Kawéskar”.
Tierra de ríos
Caleta Tortel se haya en la desembocadura del Río Baker, uno
de los más bellos de la región de Aysen, el más caudaloso de Chile y el segundo
de Sudamérica, con 370 quilómetros de longitud. Nace en un extremo del Lago Bertrand,
y en el se realizan actividades como la pesca con mosca, observación de flora y
fauna, kayak y rafting.
Una excursión de dos días, con alojamiento y alimentación
permite también llegar hasta el Río Pascua, que nace en el Lago O’Higgins y
desenboca en el fiordo Calén. Desde allí se puede acceder al Lago Quetro y al
Ventisquero Jorge Montt, en una zona rodeada de cerros de más de 1.000 metros
de altura, con glaciares que desaguan al lago y al río.
Durante los días en
que recorrí la zona, pude observar carteles y pegatinas por todas partes
denunciando los planes del gobierno de construir varias presas que inundarían
más de 6.000 hectáreas de las cuencas de estos dos ríos. Incluso me encontré
con una manifestación de la Plataforma “Patagonía Sin Reservas”, que ha
movilizado a la mayoría de los habitantes de esta zona austral contra el plan
“Aysén”, que, dicen, acabaría con uno de los pocos lugares todavía vírgenes del
planeta. Todo el mundo en Caleta Tortel parece estar en contra de los planes
del gobierno y las hidroeléctricas. Aprovechan cualquier momento para denunciar
lo que consideran una gran amenaza, y reivindicar la República Independiente de
la Patagonía.
El Ciprés de Guaitecas
El origen de Caleta Tortel se haya nada mas ni nada menos
que en el “Pilgerodendron Uviferum”, nombre científico del Ciprés de Guaitecas,
que se caracteriza por la extraordinaria durabilidad de su madera, que, además,
es muy perfumada, su bajo peso y densidad y su consiguiente flotabilidad.
Los primeros colonos se mudaron a esta zona en la segunda
mitad del siglo XIX para explotar este árbol que, como dicen por aquí, “no se
pudre, no se apolilla y dura cien años”. Se aventuraron en tierras inhóspitas,
sin ningún medio de comunicación más que un río, su única vía de conexión con
el mundo, y en donde frondosos bosques perennes y humedales de grandes
extensiones eran un obstáculo casi imposible de franquear.
Hoy es una especie protegida, y los habitantes de Tortel no
pueden aprovechar mas que los miles de troncos que quedaron en pie tras las
masivas quemas de bosques llevadas a cabo por nuevas generaciones de colonos
que necesitaban tierras para cultivar. El turismo es ahora la nueva alternativa
para este aislado rincón del mundo. Y aunque a penas está empezando, no cabe duda
que tiene todos los ingredientes para convertirse en un lugar de imprescindible
visita para aquellos que se aventuran a recorrer la Carretera Austral.
La Comuna de Tortel posee un clima templado frío lluvioso de costa. Las temperaturas medias anuales oscilan entre los 6 y los 8 grados, siendo en período estival de 14 a 16 y en invierno de 8 a – 7 C.
La Carretera Austral
Si Caleta Tortel es una maravilla, no menos impresionantes
son todos los pequeños pueblos que se encuentran por encima y por debajo de
esta, a lo largo de la famosa Carretera Austral. Se trata de una ruta salpicada
de bosques siempre verdes, canales, fiordos patagónicos, glaciares, volcanes,
imponentes ríos, parques y reservas nacionales.
Aunque la carretera
austral empieza formalmente en Pueto Mont, es a partir de Chaitén que continua
sin interrupción hasta su fin. A esta localidad se llega cómodamente …
Una ruta inolvidable podría empezar muy bien en Chaitén, a donde se llega cómodamente
en ferry desde la cercana isla de Chiloé. Tras una noche en barco, uno amanece
en esta pequeña localidad a medio a hacer, de calles polvorientas y sin
asfaltar, que poco a poco va recuperándose de los terribles efectos de la
erupción del volcán Chaitén en 2008.
Aquí podéis leer las crónicas que colgué entonces en mi blog de viajes "el món d'en Quino".
Una excursión que lleva todo el día
permite acercarse hasta la falda del volcán, del que todavía sale humo. Yo tuve la suerte de fotografiar un pudú,
Con un poco de suerte uno puede toparse con un pudú, un gracioso animal que
parece un pequeño ciervo. El guía quedó
estupefacto, pues era el primero que veía desde la erupción del volcán. Una
buena señal de que el bosque se está recuperando. Después se adentra en el
Parque Pumalín, en donde se esconden un buen número de alerces milenarios y unas
espectaculares cascadas. La visita acaba junto al mar, para ver como saltan, no
muy lejos de la costa, un sinfín de delfines.
Siguiendo la carretera austral hacia el sur, se llega a la
localidad de Puyuhuapi. Es el mejor punto de partida para visitar el Parque
Nacional Queulat. Una caminata de dos horas y media en medio de un paisaje
espectacular lleva hasta el mirador del Ventisquero Colgante, un glaciar que
uno se quedaría mirando durante horas. La jornada puede acabarse en alguna de
las encantadoras termas de la zona.
Más al sur, se encuentra la localidad de Coyhaique. Es el
único lugar de esta larga ruta en el que uno puede encontrar un cajero
automático que acepte tarjetas internacionales. Es el momento de aprovisionarse
de pesos. A un par de horas se encuentra Villa Cerro Castillo, la mejor puerta
de acceso a la Reserva Nacional Cerro Castillo, que empieza a ser muy popular
entre aquellos a los que gusta caminar por la montaña.
La carretera austral pasa después por Puerto Río Tranquilo,
una localidad muy pequeña, pero en la que todos los viajeros se detienen. El
motivo principal, visitar las “Catedrales de Mármol”, unas formaciones
espectaculares esculpidas por las aguas del Lago General Carrera. También es un
buen punto de partida para visitar el Glaciar San Rafael.
A poco más de dos horas se encuentra la bellísima localidad
de Puerto Bertrand, ideal para practicar
kayac en las tranquilas aguas del Lago Bertrand. Y a una hora y media,
siguiendo el curso del río Baker, el más caudaloso de Chile, se llega a
Cochrane. Una caminata en la Reserva Nacional de Tamargo es su especial
atractivo, con la posibilidad de encontrarse con algún Huemúl, una especie de
ciervo propio de la región. Y es desde esta ciudad que uno llega a Caleta
Tortel. Menos de 5 horas de viaje la separan de Villa O’Higgins, la localidad
en donde termina la Carretera Austral.