Viajar
en autobús en Etiopía supone, siempre, levantarse muy temprano. En
mi primer viaje, entre Addis Abeba y Bahar Dar, teníamos que
presentarnos en la estación a las 5 de la mañana. La hora de salida
estaba prevista para las 5.30, pero no salimos hasta las 6. Unos 10
minutos más tarde atropellamos a un pobre peatón que cruzaba por un
paso de cebra. Víctima, conductor y policía se marchan al hospital
y nos dejan, autobús al completo, en plena calle. Seis horas
estuvimos esperando pacientemente hasta que apareció un nuevo bus,
mucho peor y menos confortable que el primero. Recogimos nuestro
equipaje y, por fin, emprendimos viaje hacia Bahar Dar, a donde
llegamos a las 10.30 de la noche. El bus tenía que haber continuado
ruta hacia Gondar, último destino, pero ya era de noche, y en
Etiopía los buses no pueden circular a esas horas. Aquellos cuyo
destino era esa ciudad, a unas 3 horas más de viaje, tuvieron que
pasar la noche en Bahar Dar. Por supuesto, sin compensación alguna.
Peor
imposible
El
día 27 de julio nos presentamos en la estación de autobuses de
Gondar a las 5.15 de la mañana, 15 minutos antes de la salida del
bus que nos había de llevar hasta Axum. El bus estaba lleno a
rebosar. Paquetes, cajas y maletas iban subiéndose a la vaca del
bus. Nuestros asientos estaban ya ocupados, y ante la negativa de los
ocupantes a cedérnoslos decidimos subir con nuestras maletas,
esperando que alguien pusiese orden a semejante caos. Nada, ni el
revisor consiguió que nos dejaran nuestros sitios. Eso sí, sacó
del bus a algunos que no tenían billete y nos ofreció dos asientos.
A mí, al lado de dos ancianos, nada contentos con el apretujón, y a
Nieves en el mismo pasillo, en un pequeño reclinable adosado. De
golpe entra un muchacho y me dice que tenemos que subir el equipaje a
la vaca. Le digo que no. Todavía estamos dudando sobre si nos
quedamos allí. Tenemos por delante 11 horas de viaje, en teoría, y
en aquellas condiciones nos parece que va ser muy duro… Como
insiste en llevarse las maletas accedo a pagarle lo que me pide por
dejarlas allí, 50 Bir, unos 2 euros. Como no tengo cambio le doy 100
y espero que me devuelva el cambio, cosa que no sucede jamás. Horas
mas tarde, cuando ya hemos intimado con los compañeros de viaje, nos
dicen que el personaje en cuestión era un ladrón y que nunca
tendremos el cambio…
Momento
de duda
Viendo
la cara de Nieves accedo a bajar del bus y tomar un avión hacia
Axum. Se disponía a bajar cuando el bus arranca. Debían ser las 6
de la mañana. Nos quedamos. La experiencia promete. Nos espera un
viaje largo y lleno de incidentes. Pero, al fin y al cabo, eso es
África, y viajar por tierra, la mejor manera de conocer este
continente.
Empieza
la aventura
Hacía
las 9 de la mañana paramos para desayunar. No obstante, no vemos
nada comestible, a parte de unos bollos de pan, que no dudamos en
comprar. El hambre aprieta. Allí conocemos a Martín, un vasco de
Hondarribia que pretendía subir en nuestro bus. Imposible, está
abarrotado. Al final consigue asiento en otro que cubría gran parte
de la ruta hacia Axum. Algunos pasajeros han aprovechado para ir de
compras y suben al bus con un buen puñado de gallinas. Los dos
ancianos que tengo al lado han comprado 3 o 4 gallinas cada uno y,
claro está, las colocan en el suelo, encima mismo de mis pies. Ya ni
puedo moverme sin que las aves protesten. Seguimos viaje.
El
paisaje sigue siendo espectacular. Montañas y más montañas.
Desfiladeros que caen verticales justo al lado de la carretera.
Curvas tan cerradas que obligan a reducir la marcha aún más. La
carretera, aún sin acabar, está en obras y en una de las curvas,
completamente enfangada, se ha quedado atrapado un trailer de dos
contenedores. Detrás, sin poder pasar, algunos otros camiones,
vehículos particulares y dos buses, uno de ellos el nuestro. Hemos
de esperar un buen rato, hasta que una escavadora consigue remolcar
el camión y subirlo hasta una zona sin barro. Durante la espera
intimamos con algunos de los pasajeros. Empezamos a hacer buenos
amigos. El anciano que tengo al lado se fija en mi diario y les dice
a unos jóvenes que están al lado y me hacen de intérpretes, que la
hombre le gusta mucho mi escritura, y que le recuerda cuando él iba
a la escuela. Un poco más arriba otro vehículo se ha quedado
atascado y, de nuevo, tenemos que esperar. Un buen momento para,
aprovechando la confianza, poder tomar algunas fotos de nuestros
acompañantes, tarea no siempre fácil en Etiopía.
Hacia
las 6 de la tarde llegamos a la ciudad de Shire. Allí tomaremos, con
la ayuda de uno de nuestros nuevos amigos, un minibús hacia Axum, a
donde llegaremos hacia las 7.30 de la noche. Nada más ni nada menos
que 14 horas después!! En esas, con todo el ajetreo, no habíamos
hecho ninguna otra parada para comer, y yo estaba hambriento.
Pinchazo de camino a Harar...
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