Ley Orgánica de Protección de la Vida del Concebido y
de los Derechos de la Mujer Embarazada
Defiende el PP que con la Ley Gallardón sobre
interrupción del embarazo se pretende proteger a la mujer y al no nacido. ¿Es
eso compatible? La multitudinaria manifestación celebrada en Madrid, y con
personas llegadas de diferentes lugares de la geografía española, parece
demostrar que no.
La actual ley española que regula el aborto
surge en respuesta a una situación dramática que castiga, sobretodo, a las
mujeres con menos poder adquisitivo. Durante muchos años, las mujeres que
quedaban embarazadas pero no podían o no querían ser madres se veían obligadas
a ponerse en manos de personas no profesionales para interrumpir el embarazo,
poniendo en grave riesgo su salud. Las mujeres de clase acomodada siempre lo
han tenido más fácil, en sus clínicas privadas o marchándose a Londres. Porque
todas, sea cual sea su clase social, lo han hecho siempre.
Resulta curioso que el mismo gobierno que ha
reducido a mínimos la Ley de Dependencia, que ha acabado prácticamente con el
sistema de salud pública, a costa de recortar el presupuesto, que ha retirado
la tarjeta sanitaria a tantas personas de este país, privándolas de los
tratamientos que estaban recibiendo, que ha reducido las ayudas sociales, en
definitiva, que pone en riesgo la vida de tantas personas, diga que quiere
proteger a los no nacidos.
O sea, que hay que garantizar que todos los
embarazos se consumen en niños y niñas que vengan al mundo, aunque luego se
mueran de pena, porque fueron niños no deseados o porque sus familias no
pudieron darles las mínimas condiciones de vida. Y todo gracias al gobierno, al
que parecen importarle mucho los no nacidos, pero para nada los que ya están en
este mundo.
Curiosamente, los que promueven la Ley Gallardón son también los que apoyaron la ilegal guerra de Irak que ha costado y está
costando, la muerte de cientos de miles de inocentes, ancianos, mujeres y
niños. O los mismos que quisieran restablecer la pena de muerte.
Es una muestra más de la gran hipocresía de la
derecha española. Nuestros talibanes fanáticos, que pretenden llevarnos de
nuevo a la oscuridad de otros tiempos pasados. Eso sí, absolutamente
convencidos de tener la razón y estar en posesión de la verdad.
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